• noviembre 23, 2024
 Marco Aguilera Marchant, director del Daem Chillán

Marco Aguilera Marchant, director del Daem Chillán

“Con Los Prisioneros nos prestábamos instrumentos”

El profesor de Historia y Geografía, experto en robótica educativa, músico, estudiante de ingeniería comercial, senderista, entre otras actividades, tiene el desafío de mejorar el sistema municipal de Educación y es por ello, que Murano Magazine quiso entrevistar a este destacado profesional que hoy en día destaca por su gran personalidad.

Marco Antonio Manuel Aguilera Marchant, es el nuevo director del Departamento de Administración de la Educación Municipal (Daem). Originario de Santiago, estudió en el famoso y legendario Liceo Andrés Bello de San Miguel, donde fue amigo del legendario grupo Los Prisioneros.

Profesor de Historia y Geografía, Magister en Liderazgo y Gestión, experto en Robótica y Tecnologías, con estudios en España, Dinamarca y Suecia, logró junto al Daem crear en Chillán 25 talleres de robótica educativa, más de los que existen en toda la Región Metropolitana. Amante del senderismo, se encuentra terminando la carrera de Ingeniería Comercial.

Sin duda, la nueva autoridad educacional de Chillán, tiene una trayectoria destacada a nivel local y con experiencias laborales y de formación académica en el extranjero lo que le ha permitido obtener las competencias y habilidades para el desempeño de su gestión al mando del Daem, que reconoce como llena de desafíos y complejidades.

De su etapa escolar en Santiago rememora su faceta musical, que lo llevó a tocar junto a Los Prisioneros en el gimnasio del establecimiento. Hasta el día de hoy, mantiene una estrecha relación con ellos, en especial con Claudio Narea a quien ha invitado en un par de ocasiones a Chillán.

¿Por qué decidiste estudiar esta carrera y cuántos años de desempeño profesional tienes?
Estudié Historia porque creo que entendiendo el pasado del país o de las civilizaciones, podía entender mejor el presente y a partir de la comprensión de los hechos que explican lo que está sucediendo, poder hacer cambios en diferentes áreas, como en lo político, en lo educativo o social.

¿Cuándo llegó a Chillán?
Me vine a estudiar el año 1988 a la Universidad del Bio Bio, de tal manera que por adopción ya soy chillanejo. Llegué a Chillán, en el período de cambio de Dictadura a Democracia y me tocó vivir un período en que había rectores designados. En la Universidad, me uní al movimiento estudiantil de la época y dimos la lucha por la de la Democracia.

En esos tiempos fui secretario, presidente del Centro de Alumnos de Historia y Geografía y además, secretario y presidente de la Federación de Estudiantes. Posteriormente, terminé mi carrera y comencé a ejercer como profesor en diferentes escuelas, entre ellas el ex Grupo Escolar (de Collín con Argentina, colapsado tras el terremoto de 2010), específicamente en la Escuela Javiera Carrera que era de niñas. Además, hice clases en el Liceo Vida Nueva, donde impartí clases de computación con los pocos medios tecnológicos que existían en aquellos tiempos.

¿Qué es lo que más le gusta de tu trabajo?
Lo que más me gusta de mi trabajo es poder ir mejorando el sistema educativo, lo que es un desafío muy grande, porque en general los cambios que se necesitan generar responden a una deficiencia de nuestro modelo educacional estatal, que pasa por muchos factores como el financiamiento que en la actualidad es por asistencia y no por matrícula. Este hecho, es lo que contribuye a generar un déficit importante y no permite hacer las inversiones que con urgencia se requieren en jardines, escuelas y liceos. Además, lo que me motiva es entregar soluciones a las familias, sobre todo a los más vulnerables del sistema.

¿Cómo asumes este nombramiento?
Este nombramiento le recibí con una mezcla de sentimientos, de alegría, preocupación por los enormes desafíos inherentes al cargo, pero sobre todo teniendo en cuenta que es una responsabilidad muy grande, pero que tiene sin dudas recompensas al ver que se producen justamente cambios y vemos avances como equipo. Habiendo trabajado en el sistema en diferentes niveles reconozco que éste tiene muchas fortalezas. Hay un gran trabajo con los niños en lo artístico, cultural, humano y evidentes logros académicos. Tenemos muchas escuelas con buen desempeño, pero también no podemos negar que hay desafíos de infraestructura de escuelas, liceos y jardines.

¿En qué pie se encuentra en la actualidad la Educación Municipal?
Hay que recordar que el sistema municipal de Chillan trabaja en especial con esas familias que pertenecen a los sectores más vulnerables, donde hay niños y niñas que más necesitan ayuda y en este sentido hemos generado un trabajo integral de parte de nuestros directores, de nuestros profesores y de todos los equipos profesionales y técnicos. Se trata de una labor en muchos casos casi social, educativo social, donde tenemos que entregar incluso contención emocional, cariño y apoyo que necesitan los alumnos. Estamos trabajando sin dudas, para mejorar la calidad de la educación y de la infraestructura, para capacitar a nuestros profesores, entre muchas otras tareas.

¿Cómo recuerdas tu historia con Los Prisioneros?
Yo estudié en el liceo Andrés Bello de San Miguel y Los Prisioneros estaban dos cursos arriba. Yo tenía mi propia banda y nos encontrábamos permanentemente en diversas actividades. Con mis compañeros de banda teníamos nuestros propios temas, pero a diferencia de Los Prisioneros no fuimos famosos. El nombre que elegimos para nuestro grupo es casi irrepetible, que aludía a un juego de palabras de un grupo que se llamaba XTC (banda inglesa de new wave nacida a partir del movimiento punk de fines de los años 70). En ese tiempo nos prestábamos instrumentos, los prisioneros se llamaban Los Vinchukas. Ellos no tenían teclado, pero yo sí. Entonces yo le prestaba el teclado a Jorge González y ellos nos prestaban la guitarra o el bajo. Éramos músicos sin estudios formales pero teníamos mucho entusiasmo. Ensayábamos incluso en paralelo y tocamos varias veces en el liceo y en otros colegios como el Miguel León Prado. En esa época con mi grupo tocábamos música electrónica, pero no pegaba mucho la electrónica. Los Prisioneros en cambio, se fueron por otra vía y al poco tiempo despegaron. Pero hasta el día de hoy tengo muy buenas relaciones con ellos y nos hemos encontrado en diversos shows en Chillán.

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