Productor de Coelemu David Ramírez ganó el premio al Mejor Vino Ancestral 2020 en Catad’Or
En el selecto grupo de los premios más importantes del concurso Catad’Or Wine Awards, junto a empresas vitivinícolas como Casa Silva, Tabalí y Miguel Torres, inscribió su nombre David Ramírez Fuentealba (45), pequeño productor de INDAP de la localidad de Guarilihue, comuna de Coelemu, Región de Ñuble, cuyo Mayor Tesoro Cinsault 2019 fue galardonado como el Mejor Vino Ancestral Campesino 2020.
Y no solo eso. El vino de la Viña Ramírez, que David trabaja junto a su hermano Abraham, recibió un puntaje histórico (93,3) desde que se incorporó la categoría de Vinos Campesinos al concurso, en 2017, lo que le valió una medalla de Gran Oro, y además lo hizo con su primera producción en botella, ya que antes vendía “para granel y chimbombo, con métodos tradicionales, que es como más le gusta a la clientela de mi zona”. En esta versión aniversario, por los 25 años de Catad’Or, participaron 81 productores de INDAP con 151 vinos en la categoría de Vinos Campesinos, de los cuales 34 obtuvieron medallas. Además de Ramírez también recibieron Gran Oro Caudillo Benavides Cinsault 2020, de Viña Alto Piedra, de Quirihue, y Don Clemente Carménère 2019, de Viña Don Clemente, de Palmilla. Hubo otras 28 de Oro y 3 de Plata.
Ramírez cuenta que la historia de esta viña familiar parte con su abuelo, Juan Rosas Luengo, quien llegó al Valle del Itata desde la zona central en 1890 y plantó las primeras parras de Cinsault, País y Moscatel de Alejandría, “para autoconsumo y para contar con bebida para los trabajadores cuando se hacían la trilla y otras labores de campo”. También cultivaba trigo y lentejas.
En 1960 heredó el campo su padre, Juan de la Cruz Ramírez Flores, fallecido hace tres años, quien aumentó la superficie de viñas porque creyó que podía ser un buen negocio. “Vendía a granel en los mercados regionales de Concepción, Chillán, Talcahuano, y un poco en chuicos”, recuerda Ramírez.
Después de un tiempo dejaron de hacer vino y comenzaron a vender la uva a granel, pero los precios decaían cada vez más. En 2016 Ramírez intentó partir con el embotellado, pero desistió. En 2019 retomó el proyecto con sus primeras mil botellas de Cinsault, que es el vino que lo consagró en este Catad’Or 2020. En este exitoso proceso trabajó junto al enólogo Demy Olmos Soto, quien llegó hace cinco años a Coelemu para trabajar en el Servicio de Asesoría Técnica (SAT) de INDAP y que ahora está al frente de un departamento productivo en el municipio local. “Él me apoyó desde el cultivo de la viña hasta el proceso final y el embotellado. Seguí al pie de la letra sus recomendaciones, seleccionando la uva, trabajando en forma metódica y lo más natural posible. Sin él este premio no hubiera sido posible”, dice Ramírez.
En relación al galardón obtenido, el que recibió personalmente en el Hotel Cumbres Lastarria junto a su hijo Juan David y al jefe (S) de Mercados de INDAP, Juan Cristóbal Coloma, cuenta que “cuando me dieron la noticia me sentí sorprendido, pero feliz, porque fue un trabajo cuidadoso que rindió frutos y que me abre un camino de esperanza para seguir en el rubro y crecer con el negocio”. “Yo estudié técnico agrícola y no quise seguir otra carreta porque tenía claro que quería quedarme en el campo para mantener la tradición familiar. Le puse Mayor Tesoro a mi vino porque para mi padre la viña era lo más querido, su gran tesoro, y yo la valoro de la misma forma”, agrega Ramírez.
El pequeño productor cuenta que el año pasado ganó un concurso regional en Ñuble con el mismo vino, el que mantiene en proceso de guarda en barrica para embotellar otras mil unidades: “Por la pandemia las ventas han estado lentas, pero confío en que con el premio y la medalla podré colocar mi Cinsault en buenos mercados”.
Actualmente junto a su hermano están en proceso de terminar la construcción de una bodega y esperan postular a algún proyecto de INDAP –“que siempre nos apoya en todas las actividades del campo”- para implementarla y elaborar más y mejores vinos con sus 5 hectáreas de Moscatel de Alejandría, 3 de Cinsault y 1 de Torontel. “La esperanza nos mueve hoy más que nunca”, dice.
El director nacional de INDAP, Carlos Recondo, destacó la participación récord de productores campesinos en esta versión del concurso Catad’Or, así como la importante cantidad de medallas conseguidas, sobre todo las primeras de Gran Oro.
“Eso refleja que los vinos ancestrales están a un gran nivel, lo que les permitirá ir abriendo nuevos mercados para su comercialización”, expresó.